Situaciones desesperantes por deudas a pagar destrozan la vida de personas, familias, autónomos o empresas que no encuentran soluciones.

¿Cuáles son los derechos para volver a empezar?

El sistema económico y crediticio ha creado una determinada forma de actuación, impulsando y fomentando la petición de créditos, tarjetas de crédito o préstamos permanentes.

La consigna es arriesgar parte del capital para solventar los pagos y llegar más lejos. Una arriesgada metodología que resulta beneficiosa cuando la economía del país es óptima, pero será perjudicial en situaciones de crisis financieras como las más recientes vividas en España.

Las cajas, bancos y financieras en épocas normales presentan las mejores propuestas con empleados sonrientes, especialmente para acercar nuevos clientes. Cuando pasan los meses y surgen deudas a pagar cambia negativamente la relación comercial.

Consecuencias para deudores insolventes

Inicialmente la situación cambia radicalmente, porque resulta imposible el pago mensual de cuotas y los intereses normalmente son abusivos. Comienza el período de recobro de impagos, donde los departamentos pagan comisiones a los agentes para insistir primero de forma educada y después humillante, exigiendo la cancelación de cuotas.

La falta de cumplimiento genera una sensación de culpa, que muchos deudores no pueden superar y se sienten obligados a justificarse en cada llamada. Familiares, amigos o compañeros de trabajo descubren el estado de insolvencia, cuando el deudor recurre buscando ayuda económica recibiendo negativas.

¿Por qué destrozan la vida las deudas?

Ingresos mínimos en muchas familias convierten en imposible hacer frente a todas las  deudas a pagar, adquiridas en distintos créditos. La causa principal es la vergüenza en la mayoría de los casos, porque existe una arraigada cultura de la seriedad que arrastra a la ruina, cuando no se pueden cumplir las obligaciones.

La sociedad con sus reglas económicas, destaca la importancia de cancelar cualquier deuda en las entidades, imponiendo el descrédito a los morosos.

Los clientes deudores a diferencia de las Cajas no fueron rescatados en su momento y arrastran una desesperante condición, destrozando la vida familiar o llevando en ocasiones al suicidio. Culpabilidad que se siente desde el momento de las coacciones, que realizan las empresas de recobro.

Ataduras culturales fueron impuestas desde la crisis que afectó a todos los españoles, actualmente liberadas con la reciente modificación de la Ley Concursal. Desde ahora los ciudadanos con deudas a pagar tienen derecho a solicitar la exoneración de deuda, acogiéndose a las ventajas de la Ley de Segunda Oportunidad.

Una ayuda para nuevos emprendimientos que permite reducir el total del capital adeudado al 25%, pagando después de un año de emitida la sentencia y sin aplicarse intereses.

El ejercicio de este derecho depende del deudor, quien deberá solicitar información a los abogados sobre su situación para determinar la mejor intervención, considerándose el concurso de acreedores o la Segunda Oportunidad.

Deudas a pagar que desaparecen o se reducen a la mitad, incluso más cuando se recurre a la justicia. Actualmente solamente el 2% de los afectados se acogen a estos derechos por desconocimiento, soportando una desesperada situación económica y familiar.