Deudores afectados por situaciones de insolvencia, sufren la ruina o fracaso económico que suele destruir la vida familiar y laboral.

Problemas graves por insolvencia

En España las personas insolventes pertenecen a un colectivo marginado por la crisis, sin encontrar soluciones en ocasiones y son excluidos en diversas circunstancias. Considerado en Estados Unidos sencillamente como una experiencia negativa, supone un aspecto relevante a nivel profesional porque las empresas tienen en cuenta este aspecto para la contratación del personal.

Trabajadores, personas en paro y directivos contactan con abogados por ayuda jurídica, buscando las mejores soluciones como el concurso de acreedores o la Ley de la Segunda Oportunidad.

Un fracaso económico que puede desestabilizar emocionalmente, cuando no se vislumbra una salida real al problema.

Juzgados por la sociedad, entidades o familiares, pierden innumerables posibilidades de conseguir ingresos mensuales y puestos de trabajo para solventar su vida. Los deudores se sienten realmente maltratados en diferentes momentos de su vida, cuando se conoce su estado de ruina.

Causas de maltrato en deudores

La experiencia de los letrados y similitudes de los casos que se atienden en los despachos, plantean distintas fases que viven las victimas por presiones, como las siguientes:

Llamadas irrespetuosas: el cobro de deudas comienza con insistentes comunicaciones telefónicas, que llegan a ser denigrantes porque los acreedores buscan frases humillantes, aludiendo al fracaso económico. Empresas de recobros llaman diariamente inculcando temor a los afectados, quienes procuran solicitar nuevos créditos o préstamos a familiares y amigos para pagar.

Comunicaciones al entorno del deudor: una segunda fase incluye aumentar la presión con llamadas por teléfono o cartas directas a otros miembros de la familia, vecinos, amigos del entorno más cercano. Estas situaciones se deben a que los agentes de recobros se comunican diariamente, previa preparación para tratar mal al deudor a cambio del cobro de comisiones por su actuación.

Maltrato psicológico colectivo: después de informadas las personas más cercanas de la ruina, el círculo social opina y juzga sin contemplaciones. Frases comunes de escuchar en estas situaciones, son: “yo soy más previsor”, “ellos vivían por encima de sus posibilidades”, entre muchas otras. La memoria frágil de la sociedad no contempla las virtudes personales del deudor, garantizando el linchamiento colectivo a nivel psicológico.

Misivas de entidades: otra forma común de las financieras, cajas y bancos que solicitan el pago de la deuda o de las empresas dedicadas al recobro. Fracaso económico que significa ser víctima de las exigencias de los acreedores, acosando con el envío de burofax, cartas o documentos recordando el pago de cuotas más los intereses abusivos.

Demandas y embargos: las notificaciones judiciales son constantes para informar sobre el embargo de vehículos, propiedades inmuebles, cuentas, sueldos, etc. El importe adeudado por mínimo que sea, puede convertirse en desorbitante con el paso del tiempo según los intereses exigidos.

Oportunidades legales frente al fracaso y la insolvencia

Existe una salida a la asfixia familiar que se vive por el estado económico, solicitando el concurso de acreedores y la aplicación de la Ley denominada Segunda Oportunidad. Recuperar la autoestima ejerciendo estos derechos es una ventaja más de esta legislación, que cuenta con las siguientes características:

  • Suspensión de intereses por 5 años.
  • Paralización de ejecuciones o embargos.
  • Quitas del 50% en concursos y hasta el 25% con la Ley de Segunda Oportunidad.
  • Convenios concursales y propuestas anticipadas a los acreedores.
  • Nuevos emprendimientos comerciales.

Las deudas aumentan su importe total cuando no se buscan soluciones, multiplicándose los intereses y las costas judiciales.

Las personas o empresas arruinadas económicamente, generalmente se encuentran totalmente aisladas de la sociedad y del sistema financiero. Insolvencias que pueden acompañar a lo largo de la vida o terminarse, para iniciar una nueva actividad laboral en poco tiempo con las ventajas que ofrece la Ley.

Deudores víctimas del descrédito social que padecen a diario por el fracaso económico, sintiéndose excluidos por la falta de posibilidades de encontrar puestos de trabajo y volver a comenzar. Recuperar estas opciones implica liberarse de la deuda, evitando los daños morales y psíquicos que producen estas situaciones.

La posibilidad de auto-emplearse ahora es más palpable, desde la entrada en vigor de la Segunda Oportunidad para miles de familias arruinadas, que contactan con los abogados para encontrar una salida a sus deudas.